"Un hombre de 45 años que sufría depresión, enfermo y en paro se quitó la vida ayer en un parque de la calle Juan de Juanes en el barrio del Gornal en L'Hospitalet. M. P., que vivía con su esposa y una hija de 14 años, había recibido el jueves una demanda judicial por la ocupación ilegal que mantenía desde hace nueve meses en un piso protegido de Adigsa, la empresa pública de la Generalitat, que había quedado vacío."
Cuesta mucho día a día luchar por la supervivencia. Cuesta mucho más cuando te sientes responsable del bienestar de una familia. Es un amargo transitar por un oscuro camino de preguntas sin respuestas, de búsqueda sin encuentro, de callejones sin salidas. Sentirse atrapado frente a la incapacidad por sacar a flote un hogar, por la desesperación del sentimiento del fracaso, del no valer, en una sociedad en la que paradógicamente todo vale, y todo a lo que se da valor te acorrala y te asfixia. Desgarradora es la historia que se esconde detrás de cualquier suicidio, repulsivos son los motivos en situaciones de desesperación económica, muy reprobable es el estado de desamparo detonante de la tragedia.
Que haya centenares de viviendas de protección oficial vacías, que no se construyan miles para dar cobijo a quien más lo necesita, que te desalojen del derecho a una vida digna, que las autoridades den la espalada a todos aquellos que no pueden subsistir con una miniayuda gubernamental, o que no disponen ni de esa limosna para sobrevivir, que familias enteras se vean obligadas a compartir viviendas y hacer su vida en el espacio de una habitación, que todo eso se acepte como algo "normal" y a nadie se le caiga la cara de vergüenza, me resulta nauseabundo.
Pero no es asunto del que deban ocuparse los políticos que bastante tienen con emplear su tiempo en hacer cábalas para seguir alimentando su codicia y sus ansias de poder.