Categoricamente la igualdad en este país es una quimera y el contenido del artículo 14 de la Constitución hay que corregirlo por completo. Los ciudadanos no son iguales ante la ley, prevaleciendo múltiples discriminaciones por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquiera otra condición o circunstancia personal o social, fundamentalmente económica.
En este país, más que en otros, los banqueros tienen total inmunidad delictiva, salvo que le toquen mucho las pelotas a otros banqueros como fue el caso de Mario C. Pueden cometer todo tipo de abusos y atropellos, sin reprimenda alguna. Lo mismo da que sea frente a sus clientes, cobrando comisiones abusivas, intereses leoninos por créditos inasumibles u ofreciendo la zanahoria de las hipoteca para asestar, luego, el palo del desahucio. O frente a las administraciones, estafando a la Hacienda Pública, gestionando ingentes cantidades de dinero negro, ejecutando operaciones financieras al margen del control del Banco de España, aprobándose salarios, indemnizaciones y planes de pensiones para sus ejecutivos astronómicos a costa del dinero público prestado, y un largo etc, que sería casi tan extenso como el listado de la gentuza de la que hablamos.
La banca es la mayor bolsa de estafadores, ladrones y sanguijuelas que hay en este estado, muy por encima de la de los políticos, y no es por cantidad sino por peso. La banca tal y como la venimos conociendo desde antaño ha sido y es un nido de "forajidos carroñeros" institucionalizados cuya ambición por lo privado y lo público no tiene límite.
La banca es sin duda, la más potente gangrena de esta sociedad, y avanza en la descomposición del estado de bienestar a pasos agigantados. De que consigamos extirparla a tiempo depende nuestro futuro, tal vez aún no sea demasiado tarde.