miércoles, 29 de diciembre de 2010

TIEMPO DE SILENCIO



El silencio conoce de razones que el tiempo debe respetar.. En ocasiones se trata de un enmudecimiento voluntario, en otras viene impuesto por determinadas circunstancias, bien sean personales o del entorno en que se desenvuelve el sujeto. En mi caso, derivado de la confluencia de diversas circunstancias, por un lado la del  sentimiento de impotencia ante el dolor , por el otro la de ese “mal” bautizado por Enrique Vila-Matas como “síndrome de Bartleby”, y  por último la necesidad de un tiempo de reflexión.
 La sensación de impotencia ante el dolor de una persona muy cercana, es una verdadera cabronada. La frustración que genera la incapacidad de aliviar  el  sufrimiento desborda tu presunta “racionalidad” y te deja  la emotividad en pelotas, como temblando en medio de un glaciar. Frente a dichas sensaciones confieso que me siento derrotado. Afortunadamente, el origen en esta ocasión de esa perversa impotencia, por el momento, se ha diluido.
Luego está el denominado "síndrome de Bartleby”que es esa atracción fatal al nihilismo literario,  cuestionando el valor de las palabras., plasmado por Herman Melvilla a través  de la figura del oficinista Bartleby, que un día comienza a responder a cada requerimiento con la frase “preferiría no hacerlo” y  termina por preferir  no hacer nada en ninguna circunstancia. El gran peligro de la vacuidad de las palabras, el miedo a arrojarlas en saco roto, a que  pierdan todo el sentido del que pretendemos adornarlas, una vez pronunciadas. 
Sobre ello he meditado, y he concluido que quiero revelarme frente a la “vis atractiva” de este silencio destructor de la creatividad, sin sucumbir frente a la autocomplacencia.
 La palabra siempre será "un arma cargada de futuro", con la que luchar frente a lo contestable, a lo detestable de la realidad más cruda. Abandonarla, es abandonarnos a nosotros mismos, es darnos por vencidos y validar la frase acuñada por Gregorio Palmas, “ninguna palabra puede esperar otra cosa que la propia derrota”.
La reflexión del transitar por pasajes de silencio ha logrado hacer emerger el valor intrínseco de las palabras,  de la ciencia que abarcan, de las emociones que esconden y de la necesidad que tengo de que me acompañen en el día a día y en este balbuciente blog.