domingo, 23 de enero de 2011

SOMBRAS EN LA "HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES" DE JUAN PABLO II


La iglesia en España, tengamos o no la condición de creyentes, nos incumbe a todos. En primer lugar porque  se subvenciona con los impuestos de todos los españoles, según  establecen los acuerdos preconstitucionales suscritos a finales de los setenta por el estado español. En segundo lugar porque la Iglesia, o mejor dicho las autoridades de la misma, cuando se manifiesta, opina y critica  lo hace sobre la globalidad y para la globalidad, sea o no creyente, por lo que considero que por la  misma regla de tres la globalidad no creyente se haya plenamente legitimada para cuestionar sus decisiones.

Karol Wojtyla fue sin lugar a dudas un jerarca carismático, más fuera de la iglesia que dentro. Ejerció un populismo desbordante. El “papa viajero” se hizo ver en  los cinco continentes, beso el suelo de innumerables pistas de aterrizaje ,congregó multitudes de todas las razas en un sinfín de países, ¿labor pastoral?. Fue, sin lugar a dudas, el más mediático de todos los papas. Y para engrandecer su “leyenda”  sobrevivió a dos atentados frustrados. Eso para  un cantante de rock o  un político hubiera sido sinónimo de forjar un mito.
Pero el valor “humano”, la “heroicidad de las virtudes”de un líder en cualquier ámbito, incluido el religioso, no se puede medir por los minutos de presencia televisiva, ni por los estadios que llena, ni por las horas de vuelo que acumula.

El pasado 14 de enero Joseph Ratzinger, a quien no olvidemos su antecesor elevó en la jerarquía de la Iglesia y convirtió en su mano derecha, firmó el decreto de la beatificación exprés de  K.W. Un proceso de beatificación de una celeridad casi milagrosa,  que inicia su tramitación casi inmediata tras el fallecimiento de K.W., gracias a la dispensa, concedida por el actual Papa, de la espera de los cinco años de rigor que debieran transcurrir entre el fallecimiento y el comienzo de la causa.

Los milagros que puedan atribuirse a  K.W. podemos o no ponerlos en duda (dicen en la Congragación para la Causa de los Santos que tienen catalogados más de 251). Para que una sanación sea considerada milagrosa se debe certificar por la Comisión Médica del Dicasterio que no tiene explicación científica. Pero de no tener explicación científica a que se atribuya la autoría de esa curación a un tercero fallecido, hay un abismo. No pasa nada, damos por hecho que el atribuir milagros es cuestión de fe más que de ciencia. Y si se los atribuye la propia Iglesia nos quedamos más tranquilos.

Pero luego hay otra una cuestión a considerar que no es tanto de fe, sino de evaluación personal de la vida del aspirante a beato. En junio de 2009 nueve consultores teólogos del Dicasterio dieron su parecer positivo con respecto a la heroicidad de las virtudes de K:W, y así lo confirmó la Congregación para las Causas de los Santos, cuyo prefecto Angelo Amato, también hizo carrera en la Iglesia en tiempos de K.W.
Seguro que se han dedicado muchas horas al estudio y análisis de la  figura del aspirante pero probablemente a la hora de adoptar esta deliberación no se haya tenido en cuenta algunas de las críticas que suscitó su papado tales como restaurar el status quo ante Concilium y negar el diálogo intraeclesiástico,  mantener una postura inflexible frente al papel secundario de la mujer, los medios de control de la natalidad y de prevención de enfermedades de transmisión sexual,  o respecto al celibato del sacerdocio,  reprimir y marginar la Teología de la Liberación,  encubrir   innumerables casos de pederastia, como el de su viejo amigo Marcial.  Maciel, y   devolver a la Iglesia su imagen más anacrónica y conservadora. Aspectos todos ellos que se han debido calibrar de poca relevancia.

K.W. será beatificado seis años después de su muerte, contrastando con los casi 30 años que duró el proceso de Juan XXIII , y es posible que sea canonizado antes que “Il Papa Buono”.
Otros eclesiásticos vinculados con la lucha por los derechos humanos y la libertad de los pueblos han sido condenados al ostracismo por  la jerarquia de la Iglesia. Por enumerar algunos ejemplos los expedientes de canonización de Ita Ford, Enrique Angelelli, Juan José Gerardo, Ignacio Ellacuria, asesinados todos ellos por su defensa de los pueblos oprimidos, están archivados o paralizados. Especialmente sangrante es el caso del monseñor Romero, venerado como santo en Latinoamérica, asesinado mientras decía misa en 1980 por militares salvadoreños, al que a pesar de haber pasado todas las pruebas para la beatificación, se le sigue negando ese “reconocimiento”católico  por razones esencialmente políticas.

Doctores, milagros,  y muchas sombras acapara la Iglesia.


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