viernes, 13 de agosto de 2010

ESPECTADORES Y FIGURANTES DE LA CAVERNA MEDIÁTICA


La fatalidad de  ser espectadores o meros figurantes de una obra con un guión preestablecido, la fatalidad de no escapar de unas pautas de actuación predeterminadas, de haber perdido la capacidad de improvisar y hacernos dueños de la escena, la fatalidad de ser secundarios y sombras en la representación de nuestras propias vidas.

“Podemos recurrir a la metáfora de la caverna que Platón emplea en La República: unas personas que, presas en el fondo de una caverna, sólo han visto las sombras de lo que hay fuera de ella proyectadas en uno de sus muros, creerán que esas sombras son la realidad del mundo. Las gentes de nuestro tiempo se hallan presas en amplia medida en una caverna mediática , que les ofrece imágenes de todo el mundo, y tienden a considerarse informadas porque esas imágenes se les presentan como la realidad del mundo.Pero hay un abismo entre la realidad y su representación mediática que todo lo convierte en sombra. El relato audiovisual, selectivo a su manera, sometido a la doble censura del poder económico y político, cancerbero del poder simbólico, fagocita la realidad: la neutraliza o la ignora. Multiplica las maneras de verla cuando sólo se puede ver de una, y cuando se puede ver de muchas maneras sólo se sitúa en la perspectiva del poder. Todo lo transmuta en actualidades, sustituidas arbitrariamente unas por otras, cuyo sentido queda destruido por el hecho mismo de su fungibilidad. La historia se convierte en un tiovivo de catástrofes sociales y naturales mayores y menores aparentemente aleatorias e inevitables, producto aparente de la fatalidad. Las ciencias sociales se hallan ausentes de los medios de masas, abiertos en cambio a todo tipo de interpretación ideológica. El relato audiovisual está regido sin embargo por una Constitución inviolable que ordena sacralizar el consumismo y doblegarse al poder, y autoriza transgredir cualquier código que no sea éste. La representación mediática lo mide todo, hasta el peor de los horrores, por el rasero del entretenimiento; y todo lo recorta, dosifica y configura como un ansiolítico de masas. La pantalla, en cierto modo, se interpone entre el mundo y el espectador: lo que ve en la pantalla no le ocurre a él. La caverna mediática no sólo convierte la realidad en sombras: también crea su propio teatro de sombras (...)  Los presos de la caverna mediática mastican el sopicaldo de fantasías generadas por su propia prisión: disponen permanentemente de entretenimiento hasta morir ante la pantalla de una habitación de hospital”

Entrada en la Barbarie, Juan Ramón Capella, Ed.Trotta

1 comentario: