domingo, 2 de enero de 2011

EL DERECHO A UNA VIDA DIGNA

El pasado 24 de diciembre tuvimos la oportunidad de volver a ver en un canal televisivo ese clásico de Berlanga titulado “Plácido”. Critica mordiente de una sociedad marcadamente dividida entre los que tienen y los que no tienen, entre los sólo alcanzan a mirar los escaparates desde la calle y los que miran a la calle protegidos por los mismos escaparates, y crítica contundente a la hipocresía y la doble moral que impera en el seno de la sociedad. Una campaña de navidad que nos recuerda tantas campañas televisivas, que se jactan de sus recaudaciones y convierten las miserias en puros shows por y para la audiencia.
Desearía que no fuera así y que esta película no fuera más que el documento de un tiempo pasado y que nuestro presente y futuro se encontrase muy alejado de esa realidad, pero por el contrario lo que vengo apreciando es que cada vez el presente se acerca más a ese pasado cercano.
En el 2010 se ha incrementado el contingente de gente obligada a vivir de la caridad, de una ayuda oficial (si han tenido la oportunidad), de la familia o de los amigos, y el 2011 parece que nos augura peores perspectivas. Y no es que los recursos,  los dividendos, el dinero  haya menguado vertiginosamente, la cuestión es que se ha concentrado más en menos manos, y los sacrificios económicos se han extendido sobre la totalidad de las manos que no tienen acceso a esas ganancias.
La gravedad de la situación de muchos ciudadanos tal vez conduzca en  el presente año a que seamos testigos de la reproducción actualizada de una de las escenas más impactantes de la filmografía de Buñuel en Viridiana, la de los mendigos adueñándose del salón de los señores, arropados por los coros del Aleluya de Haendel. En cualquier caso hay que seguir luchando para cambiar esa tendencia a la pauperización de los más débiles, y hacerlo con ahinco.
No queremos un mundo de pobres haciendo colas en los comedores sociales o en la puerta de las casas de los ricos mendigando una limosna, queremos un mundo donde todos podamos vivir de un trabajo digno, donde el pastel se reparta equitativamente, donde no se permita la concentración de enormes sumas en pocas manos, porque como dijo Nanterre el derecho de vivir no se mendiga, se toma. En el 2011 no queremos vivir de caridad, queremos vivir con dignidad.

Y termino como termina "Plácido" con el fragmento de un villancico popular:


Madre en lapuerta hay un ninño
Tiritando está de frio
Anda y dile que entre
se calentará
Porque en esta tierra ya no hay caridad
Ni nunca la habido
Ni nunca la habrá




3 comentarios:

  1. Querido Mak, la crisis (la crónica), siempre la pagan los mismos (personas, países) y si bien soy escéptico sobre la posibilidad de un mundo más justo, creo que hay que seguir luchando porque algún día se dé. Al menos esa lucha nos evita la resignación de la derrota. Un fuerte abrazo y mucha fuerza y saludo para este año que comienza.

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  2. La palabras caridad debería ser erradicada.
    Prefiero el sonido de solidaridad.
    En estos momentos ni siquiera se cumple lo del villancico :"Dile que entre y se calentará"... porque los burgueses creen que los pobres ... además de pobres son ladrones.
    Adhieron a tu propuesta " En el 2011 no queremos que nadie dependa de la caridad ni de la solidaridad.Queremos que todos reciban la cuota de dignidad que merecen"
    Abrazos!!!

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  3. Gracias Antonio, a pesar de que comparto escepticismo, pienso que arrojar la toalla es facilitar mucho el retroceso, y hoy en día no estoy dispuesto a ello.
    Gracias Carmela, nos tienen acostumbrados a vendernos la caridad como solidaridad, y no es lo mismo. Como no es justo que las carencias de los estados las suplan organizaciones solidarias. La solidaridad debería darse exclusivamente para situaciones extraordinarias.
    Un abrazo para ambos

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