jueves, 18 de marzo de 2010

IMPULSO I, GÉNESIS

 
Intentaba recordar cuándo escuché por primera vez el disco “Made in Japan” de Deep Purple , quizás fuera en radio Cracovia hacia mediados de los ochenta , era una época aperturista, musicalmente hablando, claro. Hay música que, como la droga, se te inyecta por las venas y te sube al cerebro, y ahí se queda sacudiendo a cada una de tus neuronas, dirgiendo sus acciones , generando sus reacciones. Hoy la necesitaba más que nunca blanca, pura . El “Hammond” de Jon Lord me brindaba un masaje visceral mientras aplicaba la disolución en la jeringuilla, la guitarra de BLackmore se quebraba en mis oidos al presionar lentamente la aguja sobre la piel y tirar del émbolo, mezclando mi sangre con la disolución. Todos mis sentidos alienados por la música.Y como remate la batería de Ian Paise explotaba por mis venas, a medida que empujaba la sustancia opiácea hacia mi cerebro. Sólté la goma, y por unos minutos me sentí en Osaka junto a Roger Glover mientras interpretaban ”Strange kind of woman”. Mi cuerpo se había encogido, arqueado y estremecido, mi respiración se había acelerado y desacelerdo en cuestión de segundos, ahora me sentía invadido de energía cósmica, espiritual.

Sonaba el teléfono, me levanté de la taza, tenía las manos frías, como si no me pertenecieran , recogí los utensilios y salí del baño. El “Mesías” de Handel del móvil relevaba el rinrineo del fijo. –Sí, dígame, ah es usted, cómo sigue de su virus intestinal, me alegro, sí ya sé, no se preocupe acudiré a la cita, vaya con Dios.


Volví a mirarme las manos, increíblemente sudaban aunque permanecían heladas. La calefacción no funcionaba bien, encendí la estufa de gas, prendí la lámpara del la mesa escritorio y me senté. Sobre el Osservatore Romano estaba la carta, lacrada con remite del arzobispado, la miré absorto como quien mira una máquina tragaperras…





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